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La emprendedora que busca hacer de la Sustentabilidad un negocio escalable

Rocío González creó Daravi, una factoría de triple impacto que genera a partir de materiales de descarte.
Cuando aún estudiaba arquitectura, Rocío González asistió a un taller de resina que la motivó a hacer accesorios con ese material y botones descartados. Así brotó su primer emprendimiento, Greca, que certificó como Empresa B, es decir, de triple impacto: económico, ambiental y social.

Trabajar en conjunto con cooperativas la llevó a ahondar la dimensión social de su negocio y a preguntarse de qué forma hacer para dar más trabajo. 

La contestación surgió en un programa de estudios en Columbia sobre de qué manera escalar empresas en América latina. “Nos llevaron a recorrer Dharavi, que es la villa más grande de Asia, y me impresionó ver la cantidad de emprendimientos que se generaban adentro desde la basura. Veías a una persona que recogía un material y ahí mismo lo procesaba y lo convertía en un producto.

Volví persuadida de que si en India, que hay tanta miseria, lograban darle valor a la nada, aquí asimismo se debía poder hacer”, relata González, de treinta y tres años.

Al lado de Lorena Núñez, creadora de Totebag, decidieron fusionar sus emprendimientos y crear Daravi, una factoría de triple impacto que produce con materiales de descarte y da trabajo a poblaciones vulnerables. “Entendimos que si queríamos charlar de impacto teníamos que hablar de escala. Y no puedes hablar de impacto si haces 1000 unidades”, explica. Con un año y medio de vida, en la actualidad generan más de 8000 unidades al mes.

“Hay marcas que nos dan sus descartes y les formulamos un producto que vuelve a su cadena de valor. Otras nos compran, por servirnos de un ejemplo, bolsas de lona, entonces ahí están introduciendo en su cadena de valor un producto que es reutilizable. Y otras nos compran productos hechos con descarte de botones.

Nuestro diferencial es el diseño, brindar un servicio profesional que genere un producto de calidad y que tenga todo este concepto ambiental y social por detrás”, explica. Situada en el multiespacio Distrito Tigre Sur, Daravi se halla a unas cuadras del Garrote y Nueva Esperanza, dos de los primordiales asentamientos de la zona de donde proceden muchas de las mujeres que trabajan en la fábrica. “Hacemos foco en trabajar con mujeres en situación de vulnerabilidad.

Muchas son jefas de hogar, a quienes les brindamos la oportunidad de trabajar desde sus casas para que no deban dejar a sus hijos solos. Comprendemos el foco en las mujeres como un potenciador del desarrollo social”, explica.

Ser empresa y no organización social ni cooperativa fue una enorme apuesta, no exenta de retos. “Hay muchas organizaciones productivas y cooperativas a las que les falta una vuelta de tuerca desde el diseño, la administración y la venta para que sean realmente productivas y sustentables en el tiempo, sin depender de subsidios. 

«Creo que el modelo que estamos desarrollando es una alternativa para generar empleo real y sostenido”, explica. “A veces vemos que cuesta avanzar mas comprendemos que elegimos conjugar muchos elementos complejos: trabajar con descarte, con poblaciones en situación frágil, estar en territorio y ser empresa. Mas no dudo en que el modelo es replicable”, asegura González. “Confío en el poder del mercado para mudar los negocios.

«Creo que si no viene del mercado no va a funcionar y veo una brecha que se abraza, que hay un interés más auténtico en el rol ambiental y social de las empresas”, concluye.