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La historia del emprendedor que hace zapatillas con neumáticos descartados.

Al lado de Ezequiel Gatti y Nazareno El Hom creó un emprendimiento que fabrica 1500 pares de zapatillas por mes con neumáticos reciclados y busca generar triple impacto. Su nuevo desafío: fue elegido por el WEF como uno de los Young Global Leaders.

Desde chaval, Alejandro Malgor, mendocino, treinta y seis años, sintió admiración por Abel Albino, un coterráneo que con algunos años más que él, desde sus centros Conin, trabaja intensamente para la erradicación de la desnutrición infantil. Lo que más le llamaba la atención de Albino era que “un tipo como él” que podía irse a las mejores capitales del planeta y ganar plata, decidió regresar a Mendoza y trabajar por algo más que el éxito profesional. “Yo deseaba ser como él”, recuerda hoy Malgor.

Su historia como cofundador, junto a Ezequiel Gatti y Penitente El Hom, de Xinca, una compañía que fabrica zapatillas con neumáticos reciclados ya es famosa. Malgor jugaba al rugby en un equipo rival al de sus dos asociados. Mas fue el deporte el que los unió: primero convocados por un ex–Puma para formar parte de Ovalados Solidarios, una organización de rugbiers que procuraba ayudar con acciones solidarias bimensuales. Esta experiencia lo acercó a sus socios y los asistió a descubrir lo “frágiles que son las organizaciones sociales de este país, que siempre dependen de los aportes privados o bien del Estado y que muchas, con muy buenas intenciones, se mueren en el tiempo”.

A la vez, conocieron el término de empresas sociales. “Esa figura nos rompió la cabeza. Era el sitio que estábamos buscando”, cuenta el emprendedor. El día de hoy, cinco años después, Malgor, ya casado y con un hijo, fue escogido como uno de los Young Global Leaders por el Foro Económico Mundial. Son jóvenes de todo el planeta menores de cuarenta años que forman una comunidad de referentes de todos los campos. En diálogo con APERTURA, el emprendedor hace un racconto de la historia de Xinca y sus esperanzas.

¿Por qué una compañía social?

Siempre decíamos que deseábamos alinear lo que somos como personas, como seres humanos, con el trabajo diario. Y cada uno trabajaba en diferentes lugares siempre y en todo momento con ese estruendos interior de ser una persona cuando trabajás y otra persona cuando querés ayudar a los demás. Y nosotros queríamos ser todo el tiempo la misma persona. Comenzamos a investigar y conocimos a las empresas de impacto. En Mendoza hay un referente, Emiliano (NdR: Fazio), uno de los creadores de Njambre. De chiquito fue mi entrenador y nos fue llevando por este camino. Decíamos que queríamos hacer una empresa social, con nuestros gustos y necesidades, y alinear el trabajo con lo que queremos ser como personas. Comenzamos a estudiar diferentes problemáticas ambientales y conocimos el problema de la basura que generamos en la Argentina: 1 kilo por día por persona y se hace poco y nada para darle un final correcto a esos restos. 

Queríamos un servicio o bien producto que aporte su grano de arena para resolver una problemática. Conocimos los neumáticos y pensamos qué producto podíamos hacer con ellos, que use la mayor cantidad de gente posible. Y ahí pensamos en las zapatillas, por el hecho de que ¿quién no tiene un par en su placard? En África y en México hacían una suerte de sandalia cortando directamente el neumático, muy rústico. Nosotros deseábamos hacer algo que no te dieras cuenta, para cambiar la proyección que tiene la basura y probar que se puede hacer un producto de calidad y lindo. Para la capellada, la una parte de arriba de la zapatilla, reutilizamos textiles. Entonces, en algunos modelos, estamos volviendo a utilizar lonas que iban a parar a la basura.

¿Qué aprendizajes tuvieron?

Muchos. Además del compromiso ambiental teníamos un compromiso social. Porque los 3 tuvimos vidas muy simples, con muchas ocasiones, y queríamos darles oportunidades a quienes no las tuvieron igual que nosotros. Comenzamos trabajando con una persona que tenía cárcel domiciliaria, su padre había sido zapatero entonces conocía el oficio. Le acondicionamos un sitio, trasladamos a su familia. Se escapó, nos birló. Fue una experiencia muy frustrante por el hecho de que te desilusionás. Pero nos dimos cuenta que la inclusión no es solo dar trabajo, sino que tiene que tener otras cosas, como contención psicológica.

Conocimos a Ramón, la primera persona que trabajó con nosotros. Tenía una lesión muy grande en su columna y de ahí que no lograba trabajo. Ahora tiene ingresos. Nos dimos cuenta que somos una empresa que debía cumplir con estándares de calidad, tiempos de entrega… Empezamos a trabajar con organizaciones sociales, lo que fue más simple porque ya llevaban un tiempo trabajando, tenían un líder. Había que capacitarlos en la construcción de calzado, pero estaban juntos.

¿Ves más empresas como la de ustedes?

Sí, aun ciertas cotizan en Bolsa, como Patagonia. Cuando comenzamos Xinca no conocía Patagonia, me adquirí el libro y no lo podía pensar. Este tipo hizo todo lo que deseamos hacer. Me fui a Buenos Aires a una charla que vino a dar. Le llevé un par de zapatillas y se las puso, no lo podía creer. Tenemos una relación con Patagonia, vendemos en el local de la Argentina y ya hicimos la primera exportación a Chile para vender en las ocho tiendas de allá.

¿Es un modelo para muchos?

Quizás ser talibán y extremista como Yvon (NdR:Chouinard, fundador de Patagonia) no se puede porque él tiene otras cosas. Mas lo que es para muchos es crear una compañía que no sea solo para ganar plata. Eso es para todos. Hay cosas que tenés que conciliar con el sistema, porque no tenés alternativas. O bien la compañía se muere. Asimismo son los contextos.

¿Cuántos empleados tienen?

Hoy trabajamos con más de ochenta internos del penal San Felipe, una de las cárceles de Mendoza, y 25 personas que trabajan en diferentes organizaciones rurales, donde hay madres solteras, por poner un ejemplo. Las mujeres que viven en zonas rurales dependen de sus maridos y algunas son víctimas de abuso y no pueden progresar su vida. Lo que hacemos es acercarles trabajo a la zona y progresar lo que tienen o asistirlas a adquirir maquinaria y capacitarlas, a fin de que tengan más independencia.

¿Cómo comenzaron a trabajar con el penal?

Ezequiel, uno de mis socios, se enteró de que en el penal había un pequeño taller de calzado y vimos la oportunidad de generarles más demanda y que eso signifique formar a más internos. Comienzan a comprender la relevancia del trabajo, respetar horarios, alguien que los organiza. Hace un año estamos trabajando en otras actividades, como la construcción de una biblioteca pues leer produjo muchas cosas buenas en su tiempo libre. Estamos armando un pequeño gimnasio dentro de nuestros talleres a fin de que hagan actividad física. Empezamos a comprender que para reconstruir a un ser humano hay que trabajar también en otros aspectos.

Nuestra idea a futuro es poder montar un taller fuera del penal donde aquellos que recuperan su libertad puedan proseguir trabajando y su reinserción sea mucho más fácil. Ese sería nuestro ideal: que trabajen en la prisión, que aprendan, prosigan trabajando con nosotros y su vida cambie. Lo que ocurre muy frecuentemente es que a quienes salen el planeta les da la espalda y siguen cumpliendo su condena afuera también.

¿Tuvieron que pedir plata a inversores?

Por fortuna, todo cuanto fuimos ganando lo reinvertimos y la empresa es nuestra. Sí estamos en la etapa de abrir el juego para un inversor porque queremos llegar a otra escala de producción y que el impacto sea poco a poco más grande.

¿Están exportando?

A Chile, pues está muy cerca, y hace siete meses estamos hablando con alguien de Australia. Nuestra idea de desarrollo sería que en cada sitio donde esté Xinca se reciclen los restos para hacer un producto o bien se trabaje con comunidades postergadas de ese lugar. Hablamos en Australia para replicar algo de esta forma en sus prisiones. Sería con un asociado local, que trabajó hace 30 años en marcas superimportantes, la tiene clarísima en el planeta del calzado y nuestra idea es aconsejarlo en la parte social.

¿Pensaron en tiendas físicas?

Hicimos una experiencia cuando encontramos en Mendoza 2 de las van de VW que empleaban los hippies, las restauramos y las pusimos en los principales centros comerciales. Fue una acción muy, muy buena porque llamó la atención e hizo conocer a la marca. Mas nos percatamos de que no nos gustaba estar en los shoppings. Siempre y en todo momento procuramos darle una vuelta de rosca a todo, incluyendo en venta. Estamos viendo de hacer a las combis itinerantes para ir a eventos o bien vender de otra forma.

¿Cuánto están produciendo?

Estamos produciendo 1500 pares de calzado por mes. Asimismo hacemos ropa de trabajo, un nicho esencial que descubrimos el año pasado. La mayor parte de las compañías y los ayuntamientos, por ley, tienen que cambiar cada seis meses la ropa y los zapatos de trabajo. Eso te permite otra escala, por el hecho de que las compañías tienen quinientos, 1000 o dos mil empleados. Podemos medrar en volumen y ya tenemos estrategias de cómo crecer en la producción asimismo.

¿Son distintas las nuevas generaciones?

Cuando damos conversas en institutos y universidades, se copan y vienen con otra sensibilidad. Pero en el momento de comprar un calzado, no sé si lo tienen tan en cuenta. De a poquito va mudando. El mercado de productos sustentables va creciendo. Aquí todavía cuesta más. Todos se copan con la marca, mas a la hora de comprar eligen a la marca de moda. Es enseñar que se puede. No es fácil. La venimos remando desde hace casi 5 años y recién el año pasado empezamos a ver resultados. Me encantaría tener mucha plata para poder invertir en otros emprendimientos sociales.

¿De qué forma te eligieron como Young Global Leader?

Es un reconocimiento al que no te puedes autopostular. Alguien, que todavía no sé quién es, me postuló y Esteban Bullrich apoyó mi candidatura. El año pasado me llegó un correo donde me informaban que estaba entre los finalistas. No sabía qué era. Cuando me enteré en el mes de diciembre que había sido escogido no lo podía opinar. Quizá no importa lo que hayas hecho hasta ese momento sino más bien qué ven, que tenés un potencial de liderazgo, que estás mostrando otra forma de liderar. Es un programa de cinco años donde te capacitan, tienen convenios con las mejores universidades del mundo como Harvard o bien Yale, es educación gratuita. Entrás en un nivel de contactos buenísimo. Viajás, conocés gente que piensa en hacer mejor las cosas.

¿Te meterías en política?

Esa pregunta me la hizo Bullrich y al comienzo afirmé que no, mas me afirmó que si yo quería generar impacto a escala, la política era un lugar. Por ahora no. Me atemoriza un poco, si bien veo que está cambiando. Hay políticos que desde el discurso me semejan más interesantes. Sí puedo hacer una compañía rentable que además de esto haga cosas por los demás y hacer que quieran proseguir esta lógica, por el hecho de que es perfecta. Puedo trabajar con las compañías que nos contactan para aconsejarlos en tener mejores prácticas.

¿Qué rol creés que tiene que ver el empresario en esta Argentina?

Qué pregunta, ¿no? Tienen que empezar a pensar en los impactos que generan con la gente con la que trabajan, cómo se arman sus productos, si dañan al medio ambiente. Tienen que comenzar a ser más responsables de la externalidad o del impacto que producen sus negocios.